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sábado, 3 de febrero de 2018

Preludio

Los caminos del mal son inescrutables.

¿A qué oscura causa se puede atribuír el hecho de que una persona se encuentre repentinamente a merced del mal? ¿Srá simplemente una mera casualidad? ¿Mala suerte? ¿Un evento predestinado antes de nacer siquiera? Es asombroso cómo el mal puede echar raíces en el corazón del hombre, en ocasiones casi sin dificultad. ¿Pero se origina ahí mismo o proviene de algún otro lugar? ¿Es el mal parte de la existencia humana o es una entidad que trasciende nuestra dimensión y tiempo? Si hoy se extinguiera la raza humana, ¿se extinguiría el mal con ella? ¿Se iría a otro lugar? ¿Se manifestaría en formas distintas?

Resulta difícil imaginar un lugar al que los brazos del mal no pudieran llegar. Si bien, no en la misma medida, todos estamos potencialmente expuestos a él, pero ¿es el mal capaz de elegir a sus víctimas? ¿Habrá una voluntad que determine el curso del mal, que dirija a conciencia alguno de sus tentáculos? No hablo de las adversidades propias del curso de la vida, con las que hombres o mujeres, jóvenes o viejos, tenemos que lidiar.  Me refiero a la maldad primigenia, a esa fuerza antiquísima, tal vez perpetua, que, sin motivos aparentes, siempre encuentra recursos y maneras de generar sufrimiento, dolor o incluso muerte.

 "Bien y mal siempre coexistirán, no puede haber el uno sin el otro" o "el mal es parte de la vida", son tipos de frases que no nos resultan extrañas. Haya o no motivo, sea cual sea la causa, si el mal repentinamente amenazara nuestra existencia, si tropezáramos con una de sus raíces viejas y retorcidas, ¿qué podríamos hacer? Nadie quiere sucumbir al mal, ni ser su víctima. Al menos no alguien que aun mantenga la cordura y el instinto de supervivencia. Huír o enfrentarlo. ¿Hay alguna otra alternativa? ¿Abrazar el mal para ser uno de sus conductos? ¿Dejarse seducir por su llamado? No, mejor no pensar así.

¿Sólo los héroes y los locos se atreven a combatir al mal? El mundo es muy grande, sus misterios y secretos, inumerables. Tal vez en este momento, alguien, en cualquier lugar insospechado pudiera estar combatiendo al mal o al menos a una de sus manifestaciones, que quizás sean cientos, o miles; o quizas haya miles de males distintos. ¿Es él o ella un héroe? ¿Alguien valeroso? ¿Alguien que se rebela ante su propio destino? ¿Cómo saber si estamos capacitados para enfrentarnos a tal o cual manifestación del mal? No lo sabemos, y quizás así sea mejor. No es agradable pensar que debamos de hacerlo en alguna ocasión.

Pero ahí está, afuera, en algún lugar. Con suerte, no tan cerca. A menudo preferimos pensar que no pensando en ello, estamos de algún modo protegidos. Confiamos en que un día tranquilo y sereno, de paso a otro, y a otro. ¿Qué provecho tiene cavilar sobre situaciones que nos generan sosobra e incertidumbre?

El ocaso se aproxima por el poniente. Me preparo para sumirme en la noche. No le deseo el mal a nadie, y espero que nadie lo desee para mi. Si un día... si un mal día me veo cercado por el mal, sin posibilidad de evadirlo, que entonces no me abandone la buena fortuna. Que no me falte un buen amigo. Que no carezca de una razón para luchar.

Lu:Ciel (kaonstantine).


"Jamás cedas ante el mal, sino combátelo con mayor audacia."
La Eneida, Libro VI.


Preludio

Los caminos del mal son inescrutables. ¿A qué oscura causa se puede atribuír el hecho de que una persona se encuentre repentinamente a me...